Como me preguntan con frecuencia amigos cuáles son mis restaurantes favoritos de Miami, si hablamos de cocina española, voy con el primero, un santuario gastronómico del que soy devoto: Jamón Ibérico Pata Negra, que pilota con inspiracion, es decir, con persistencia en el trabajo diario, Felipe Pérez, su propietario.
En esta ciudad de tanto chef de paso, uno agradece la perviviencia e insistencia de cocineros como Felipe, de humanidad torrencial, aficionado al arte y a la tertulia con amigos. Arriba, estoy con Felipe antes de atacar unos suculentos huevos estrellados con patatas y jamón ibérico.
Felipe es un filósofo de los fogones con una idea muy clara: "Vivir la vida con lo que se tiene y agradecer cada momento, día y hora que vivimos", me dice. Una alegría de vivir que cristaliza en platos elaborados con mimo, sin prisa. Porque la prisa es enemiga número uno de la cocina.
Ha pasado por las cocinas del Hotel Palace de Madrid, el Castellana Hilton, El Viejo Valentín, La Fragua y Picardías, clásicos y románticos madrileños, experiencias que han dejado su impronta en su cocina actual, que funde tradición, memoria y técnica.
En este local, situado en el downtown (10 SW River Drive), acogedor, de ambiente simpático, hay siempre excelente pescado, arroces (deliciosa la paella de conejo) y guisos de cuchara, entre los que no faltan en estos meses el cocido madrileño o las lentejas. Cochinillo asado. Albóndigas estofadas. Y como digno remate: natillas, torrijas o flan de caramelo.
Para entretener el apetito, el acierto de la tortilla de patata, el pulpo a la gallega y las croquetas, con el pan de corteza crujiente y miga fina que sirven.
Abajo, un rincón sugestivo del local, siempre lleno los fines de semana.
Creo que no hay mejor forma de celebrar el culto a la amistad, la conversación y la vida que comiendo tapas, esas que prepara como nadie Felipe. Es el arte de la "difícil facilidad", de "dominar (son sus palabras) la cocina clásica de siempre".
Lo suyo es mantenerse fiel a la cocina que aprendió con los grandes profesionales: "la que aprendí a saborear y querer", me comenta.
Aquí abajo, Felipe metido en faena, perola arriba, sartén abajo.
Lo suyo es mantenerse fiel a la cocina que aprendió con los grandes profesionales: "la que aprendí a saborear y querer", me comenta.
Aquí abajo, Felipe metido en faena, perola arriba, sartén abajo.
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