Saturday, January 28, 2017

Pollo al ajillo. Un clásico para el fin de semana

Pollo al ajillo para un fin de semana de cocina casera
 
 
 Este fin de semana me he puesto a recordar un plato de mi infancia que devorábamos mis hermanos y yo como felices Carpantas y que mi madre bordaba en sus sartenes de hierro negras: el pollo al ajillo.
 
Ya sé que no es una receta "gourmet". Qué le vamos a hacer. Pero es un clásico de las madres españolas. De la mía, al menos.
 
El toque secreto "maternal" del pollo al ajillo, además del ajo, claro, es el limón. Creo que el ajo, el perejil y el limón forman una soberbia combinación.
 
Ingredientes:
                  
1 pollo troceado en piezas pequeñas
 
 Aceite de oliva
 
4 patatas troceadas
8 dientes de ajo
 1/2 vasito de vino de Jerez (seco) o vino blanco seco
 Zumo de medio limón
 Perejil fresco bien picado
                  
Elaboración:
1. Pelamos las patatas, las pasamos por agua y las troceamos en cubos más bien grandes.
2. Ponemos una sartén o una olla con abundante aceite de oliva a fuego medio, medio-bajo y echamos las patatas. Las salamos y dejamos que tomen color. (Ojo que no se quemen.)
 
PREPARACIÓN DEL POLLO Y ALIÑO:
1. Troceamos el pollo en piezas bastante pequeñas, lo echamos a un bol o cuenco y salamos. Movemos las piezas a fondo para que la sal impregne de forma uniforme las piezas.
                  
2. En una olla con aceite de oliva freímos los trozos de pollo a fuego medio y vamos moviendo con una cuchara de madera para que se dore de forma uniforme.
                  
3. Mientras se dora el pollo, pelamos los ocho dientes de ajo y los cortamos en láminas más bien gruesas para que luego no se quemen al echarlas a la olla donde se fríe el pollo.
                  
4. Una vez fileteados los ajos, echamos los trozos al pollo y movemos con la cuchara. Cuando el ajo tome color añadimos el zumo de medio limón con cuidado de que no caigan pipos.
                  
5. Ayudados de la cuchara de madera raspamos el fondo de la olla para que se despeguen la carne y salsa que se ha ido adhiriendo (es lo que se denomina desglasar).
                  
6. Añadimos entonces media copita de Jerez seco o vino blanco seco y dejamos que reduzca.
                  
7. Cuando las patatas han tomado un bonito color dorado, las sacamos y pasamos a un colador metálico para escurrir el aceite sobrante y dejamos unos minutos en papel de cocina para que absorba el aceite que pueda quedar impregnado.
                  
8. Cuando el vino haya reducido, echamos las patatas, perejil fresco bien picado, removemos con la cuchara un minuto... ¡Y a disfrutar!.
                  
                  
                  

Tuesday, January 17, 2017

Verdadera totilla de patatas. Hecha como Dios manda

  
  
Jugosa y dorada tortilla española.
 
 
De pequeño, sentía especial predilección, casi diría que una indestructible ternura infantil por los pollitos, especialmente por los de vivos colores (pintados claro) que vendía un gitano en el barrio de Madrid donde vivíamos y que yo compraba sin freno, para desgracia de mis padres.
    
Era tal mi grado de emoción apícola que no quería comer huevos de la pena que me daban, porque, según decía de niño, "se morían los pollos". Mi madre recurría entonces a la mentira piadosa de que las tortillas de patata que guisaba las preparaba sin huevo. Y yo me tragaba el ingenuo embuste y con él, feliz, la sublime tortilla de patatas de los domingos.
    
Esta receta es un homenaje a la tortilla española casera, verdadera, nada que ver con las prefabricadas que comienzan a menudear en los supermercados.
    
 Si la gastronomía española gana cada vez más adeptos en todo el mundo es en buena parte gracias a sus tapas, entre ellas yo corono a la más sublime: la tortilla española. Eso sí, hecha como Dios manda. Y, a ser posible, jugosa.
    
   
Ingredientes:
  6 huevos, 4 patatas medianas, un diente de ajo, aceite de oliva y sal.

 Elaboración:

1. Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas muy finas y las salamos.
 2. Se pone a calentar aceite de oliva en un sartén amplia y, cuando esté caliente, echamos un diente de ajo pelado y, a continuación, las patatas. El aceite debe cubrir justo las patatas.
3. Subimos el fuego hasta que se vuelva a calentar y luego bajarlo de manera que se mantenga el hervor.
4. Por otro lado, batimos bien a fondo los huevos en un bol y sazonamos.
5. Una vez que estén bien blanditas las patatas (conviene darles alguna vuelta) las "pisamos" con un tenedor para desmenuzarlas bien.
6. A continuación,  sacamos las patatas, bien deshechas, de la sartén con una espumadera y las pasamos (así es como se hacen en casa) a un colador metálico colocado sobre un plato hondo y presionamos con una cuchara para que sueltan todo el aceite sobrante. Al escurrirlas de esta manera conseguimos eliminar la grasa sobrante.
7. Entonces pasamos las patatas a un plato con papel de cocina y las secamos más todavía presionado bien el papel contra las patatas. La pasta resultante la vertemos en el bol donde tenemos los huevos batidos y mezclamos con un tenedor bien a fondo. Debe quedar jugosa la mezcla.
8. Ponemos a calentar un hilo de aceite de oliva en una sartén que no se pegue, da igual que sea antiadherente o normal. Lo importante es que sea buena. Yo utilizo una de hierro fundido solo para hacer tortillas. Eso sí, pesa lo suyo. Conviene que la sartén sea recogida para que salga alta, como de dos dedos mínimo.
9. Cuando el aceite (un chorrito) está bien caliente, echamos la mezcla de las patatas con el huevo (es mejor que sobre huevo que no patata) y subimos el fuego a fuerte. Cuando empiece como a burbujear el huevo le damos la vuelta a la tortilla, ayudándonos de un plato liso. Se dora bien por un lado y se le da la vuelta para que se dore por el otro y se pone en una fuente.
                   CONSEJO PARA DAR LA VUELTA A LA TORTILLA:
 1. Lo más seguro para dar la vuelta a la tortilla es tapar la sartén  con el plato liso. Con una mano sujetamos el mango de la sartén y con la otra, la palma abierta, el plato.
2. De una vez y sin dudar, rápido, damos la vuelta. Dejamos resbalar la tortilla otra vez en la sartén y repetimos la operación.
3. La tortilla debe quedar con un bonito color dorado. Si nos la vamos a comer sola, cocinarla a nuestro punto y lista. Pero que quede jugosita.
                  
                  

Thursday, January 12, 2017

Sopa de cebolla con queso gratinado (para sobrevivir a una helada invernal)

 
Sabrosa y reconfortante sopa de cebolla con queso gratinado
 
 
 
Estas olas de frío polar aptas solo para pinguinos que recorren Estados Unidos (el frío no los pinguinos) me empuja a brindaros una receta de sopa de cebolla que le hace a uno sentirse  invulnerable ante las heladas y nevadas invernales, además de ser un plato vegetariano muy saludable y rico en calcio. Al ataque, amigos.
 
 
Ingredientes:
 
4 cebollas grandes cortadas  en Juliana
 
750 grs. de caldo de carne
 
50 grs. de aceite  de olive
 
2 rebanadas de pan de molde
 
150 grs. de queso Gruyere rallado
 
 
 
Elaboración:
 
1.- Colocamos la cebolla cortada en Juliana en un bol o cuenco y la rehogamos con un chorrito de aceite  de olive y una pizca de sal en el microondas durante 7 minutos hasta que estén blandas y ligeramente doradas.
 
 
 
2.- PARA LOS CRUTONS:
 
Cortamos la parte exterior de dos rebanadas de pan de molde y cortamos la miga de pan en cubitos. Pasamos los cubitos del pan a una bandeja y los tostamos al horno a 180 grados centígrados (355 grados Fahrenheit) durante 5 minutos.
 
Los  cubitos los distribuimos bien por la bandeja, que no queden uno encima de otro.
 
 
 
3.- Pasamos la cebolla ya pochada a una cazuela o sartén, añadimos el caldo de carne, removemos con una cuchara de madera y dejamos que de un hervor.
 
4.- Finalmente, ayudados de un cazo, colocamos la sopa en un cuenco de barro o una taza, añadimos los crutons de pan y espolvoreamos con abundante queso Gruyere rallado o cortado en finas laminas.
 
5.- Gratinamos en el horno hasta que el queso esté fundido y dorado.

Wednesday, January 4, 2017

Camarones (gambas) al ajillo o el prodigio de la sencillez

Gambas al ajillo, picantes, un prodigio de la sencillez
 
 
Si hay un plato a base de marisco que es la quintaesencia de la sencillez gastronómica, con una legión de adictos, es el que ocupa el post de hoy: los camarones al ajillo y el conjuro del chile o ají picante. Plato obligado de los buenos restaurantes de cocina española.
 
No creo exagerar si digo que unos camarones (gambas en España) al ajillo bien hechos, con la dedicación libre que este plato pide, libre de aberraciones como el uso de vino blanco, convierte un estómago desangelado en puro regocijo.
 
Quien las prueba por primera vez frescas y recién salidas del fuego, según la fórmula canónica que aquí respetamos, se vuelve un admirador incondicional del plato.
 
Amigos, no dudo un instante en promocionar esta fórmula magistral y simple a la que recurro siempre con alegría. Nunca falla y se convierte en favorita de todos los que la prueban en casa.
 
Unos buenos camarones al ajillo, con su toque picante, aclaran el apetito y, acompañados de una copa de vino blanco fresco, joven y de perfume lento, como un buen albariño o un chardonnay, es un aperitivo inigualable.
 
Ingredientes para 4 personas:
 
1/2 kilo (1 libra) de camarones frescos, enteros y sin cabeza  (mejor que ya pelados y congelados.
 
Aros de chile seco picante o ají picante (al gusto).
 
Dos dientes de ajo.
 
Cuatro charadas de aceite de oliva, sal.
 
Elaboración:
 
1.- Pelamos los camarones completamente, eliminando la piel o cáscara, la cola y la cabeza. Los salamos y dejamos en un plato.
 
2.- Ponemos el aceite en una sartén y, cuando está bien caliente, echamos los dos dientes de ajo cortados fileteados, finitos.
 
 
3.- Cuando vemos que los trocitos de ajo comienzan como a burbujear, añadimos el chile picante cortado en trocitos. Los ajos no deben dorar o quemarse.
 
4.- A continuación, echamos los camarones que tenemos reservados y mezclamos bien con una cuchara de madera.
 
 
5.- Cuando adquieren un bonito color y comprobamos que están ya en su punto (dos o tres minutos) los sacamos con una espumadera o un cucharón y las vamos pasando a cazuelitas de barro individuales que tenemos dispuestas sobre platos en la cocina.
 
6.- Tapamos las cazuelitas individuales con un plato de postre y las sacamos a la mesa. Así, al destaparlas sale todo el aroma concentrado.
 
 
CONSEJO:
 
 Es conveniente que las cazuelitas de barro estén bien calientes para conservar el calor. Las podemos tener preparadas en el horno hasta el momento en que vayamos a echar los camarones.
 
Si no disponemos de cazuelitas de barro, podemos pasar los camarones a platos individuales medianos.