Jugosa y dorada tortilla española. |
De pequeño, sentía especial predilección, casi diría que una indestructible ternura infantil por los pollitos, especialmente por los de vivos colores (pintados claro) que vendía un gitano en el barrio de Madrid donde vivíamos y que yo compraba sin freno, para desgracia de mis padres.
Era tal mi grado de emoción apícola que no quería comer huevos de la pena que me daban, porque, según decía de niño, "se morían los pollos". Mi madre recurría entonces a la mentira piadosa de que las tortillas de patata que guisaba las preparaba sin huevo. Y yo me tragaba el ingenuo embuste y con él, feliz, la sublime tortilla de patatas de los domingos.
Esta receta es un homenaje a la tortilla española casera, verdadera, nada que ver con las prefabricadas que comienzan a menudear en los supermercados.
Si la gastronomía española gana cada vez más adeptos en todo el mundo es en buena parte gracias a sus tapas, entre ellas yo corono a la más sublime: la tortilla española. Eso sí, hecha como Dios manda. Y, a ser posible, jugosa.
Esta receta es un homenaje a la tortilla española casera, verdadera, nada que ver con las prefabricadas que comienzan a menudear en los supermercados.
Si la gastronomía española gana cada vez más adeptos en todo el mundo es en buena parte gracias a sus tapas, entre ellas yo corono a la más sublime: la tortilla española. Eso sí, hecha como Dios manda. Y, a ser posible, jugosa.
Ingredientes:
6 huevos, 4 patatas medianas, un diente de ajo, aceite de oliva y sal.
Elaboración:
1. Pelamos las
patatas y las cortamos en rodajas muy finas y las salamos.
2. Se pone a
calentar aceite de oliva en un sartén amplia y, cuando esté caliente, echamos
un diente de ajo pelado y, a continuación, las patatas. El aceite debe cubrir
justo las patatas.
3. Subimos el
fuego hasta que se vuelva a calentar y luego bajarlo de manera que se mantenga
el hervor.
4. Por otro lado,
batimos bien a fondo los huevos en un bol y sazonamos.
5. Una vez que
estén bien blanditas las patatas (conviene darles alguna vuelta) las
"pisamos" con un tenedor para desmenuzarlas bien.
6. A
continuación, sacamos las patatas, bien
deshechas, de la sartén con una espumadera y las pasamos (así es como se hacen
en casa) a un colador metálico colocado sobre un plato hondo y presionamos con
una cuchara para que sueltan todo el aceite sobrante. Al escurrirlas de esta
manera conseguimos eliminar la grasa sobrante.
7. Entonces
pasamos las patatas a un plato con papel de cocina y las secamos más todavía
presionado bien el papel contra las patatas. La pasta resultante la vertemos en
el bol donde tenemos los huevos batidos y mezclamos con un tenedor bien a fondo.
Debe quedar jugosa la mezcla.
8. Ponemos a
calentar un hilo de aceite de oliva en una sartén que no se pegue, da igual que
sea antiadherente o normal. Lo importante es que sea buena. Yo utilizo una de
hierro fundido solo para hacer tortillas. Eso sí, pesa lo suyo. Conviene que la
sartén sea recogida para que salga alta, como de dos dedos mínimo.
9. Cuando el
aceite (un chorrito) está bien caliente, echamos la mezcla de las patatas con
el huevo (es mejor que sobre huevo que no patata) y subimos el fuego a fuerte.
Cuando empiece como a burbujear el huevo le damos la vuelta a la tortilla,
ayudándonos de un plato liso. Se dora bien por un lado y se le da la vuelta
para que se dore por el otro y se pone en una fuente.
CONSEJO PARA DAR LA VUELTA A LA TORTILLA:
1. Lo más seguro
para dar la vuelta a la tortilla es tapar la sartén con el plato liso. Con una mano sujetamos el
mango de la sartén y con la otra, la palma abierta, el plato.
2. De una vez y
sin dudar, rápido, damos la vuelta. Dejamos resbalar la tortilla otra vez en la
sartén y repetimos la operación.
3. La tortilla
debe quedar con un bonito color dorado. Si nos la vamos a comer sola, cocinarla a
nuestro punto y lista. Pero que quede jugosita.
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